Alexander Calder
Todo empezó en su niñez. Uno de sus primeros juguetes fue un pequeño pájaro de metal de propia construcción. Un trabajo en el que ya se intuía la fascinación por el movimiento que inundaría sus célebres móviles y el resto de su obra.
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Interesado en el mundo del circo, creó su propio espectáculo. El circo de Calder estaba habitado por leones, malabaristas y trapecistas que casi tenían vida propia. Payasos, tragaespadas, lanzadores de cuchillos y contorsionistas del tamaño de una mano. Los construyó con alambres, corcho y cuero entre1926 y 1931, tras múltiples visitas a fascinantes ferias de este estilo entre Francia y Estados Unidos. Objetos diminutos que manipulaba él mismo en actuaciones muy celebradas ante sus amigos.
Se incorporó en ese tiempo al movimiento Abstraction-Création, creado por Piet Mondrian, Jean Hélion, Jean Arp y Antoine Pevsner, y entabló una gran amistad con Joan Miró y otros artistas de la vanguardia europea. En 1931 creó su primera escultura cinética, al año siguiente expuso sus primeros “mobiles”, bautizados con ese nombre por su amigo Marcel Duchamp. Se trata de volúmenes en suspenso que contrastan elementos abstractos en movimiento y equilibrio. Invitado por Miró, a quien le unía una gran amistad y afinidad estética, Calder hace estancias en Barcelona, Mallorca y Mont-roig del Camp. En Barcelona, a principios de los años treinta, ofrece un espectáculo de su circo en miniatura a los miembros del GATCPAC, el Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea.
A partir de los años cuarenta, ya establecido definitivamente en Estados Unidos, Calder construye esculturas monumentales en chapa de acero que se exponen en espacios públicos abiertos. Su exuberante personalidad le embarcó no solo en manifestaciones plásticas, también confeccionó joyas, utensilios domésticos, juguetes, tapicerías, escenografías teatrales y libros ilustrados.
Desde su primera exposición individual, en 1928 en la Weyhe Gallery de Nueva York, obtuvo un amplio reconocimiento. En 1952 fue galardonado con el primer premio en la Bienal de Venecia. En su trayectoria dejó monumentos destacados como la fuente de mercurio para el pabellón español de la Exposición Internacional de París (1937), el móvil monumental para el nuevo edificio de la UNESCO en París (1958), y la instalación de obras de gran formato en espacios como el Lincoln Center de Nueva York y la Plaza Federal de Chicago. Las famosas nubes de Calder también custodian el interior del Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, una de sus maravillas artísticas y arquitectónicas.
Jean Paul Sartre siempre le dedicó elogios. «Calder no sugiere nada: captura movimientos reales, vivos y los plasma. Sus móviles no significan nada, no hacen referencia a nada excepto a sí mismos: existen y basta; son absolutos».
Alexander Calder murió en Nueva York en 1976.
Más información sobre el artista en www.calder.org